29 de Enero de 2015. Copacabana.
What a man thinks that he becomes.
Pensando en el destierro, en los cruces del destierro y en las circunstancias del destierro, buscar el viaje es inevitable. Porque si en esto estamos, entre una patada y la otra, el mundo sigue girando. Pensamos guerras y alborotos. Pensamos bendiciones y vidas mejores. Pensamos tranqueras abren paraísos secretos, anhelamos despertar el espíritu de la fama, conseguir ser primeros en lo que otros ya han ganando. Nos otorgamos el derecho de la palabra, porque pertenecemos a esta raza humana que transita por los días de la ciudad más cantera. ¿Y dónde están los hechos?
Locuaz el relator de la danza de esta realidad continúa a proponer conductas. Efigies. Grandes hogueras de vanidades. Prefabricados, y ya piel de manto, avatares tentaciones. ¿Quién puede hoy saber qué es verdad y qué tiene entre las patas una garra en el manojo del dominio? El fierro bisturí de la ilusión en todo.
Hay una estética predominante: el finao principio de lo inalcanzable, la inadmisible descomposición de la humanidad basura.
Hay nuevas carreras. Competencias extrañas: nuestro propio ser avanza latitudes en el cielo a conquistar lo que alguna vez podrá ser la inteligencia total. Hoy algoritmos escrutiño de finanzas, sinfonías, el corazón de una maquina en la curva hacia la recta final. Puede una secuencia escribir noticias, con volumen y arrebol. Todo lo que estoy escribiendo ahora tal vez se podrá replicar, podrá ser aún más real, más vívido y más preciso.
Estoy en Rio de Janeiro. Es el 29 de Enero de 2015. Afuera transpira el asfalto. Se escucha todo: el tráfico incandescente, los carritos que llevan o traen sombrillas de la playa, la fritanga con ajo, se escucha, el portero hablando por lo bajo con el de enfrente, un helado que cae del cono, vozarrón, golpes de martillo, construcción, bocina y fierro, pasos, el mar, fino lamento de algún freno, el sol que da contra el cemento, las vendedoras de bikini cuchicheando por lo bajo, una ventana que se cierra, el zumbido acondicionador, el metro debajo de las calles, el hervor, la sien, el respiro de mis hijas, el sueño, la siesta, el tecleo.
Serán dos meses que partimos del Ticino. Suena un teléfono, acá a lado, al otro lado de la calle, Domingos Ferreira, Copacabana, desde la ventana pulmón de los edificios de este piso once. Pero suena. Carlinho atiene pero no sabe porqué, a esta hora de la tarde nunca suena el teléfono de la casa. ¿Quién será? Porque ya el teléfono de casa no suena más. No suena más. Oi. ?¿Carlinho? Sim. Só Sara. Baja al instante una voz, un timbre de voz cercano, imágenes corren por los ojos. Un verano lluvioso, una casa esculpida entre el barrial, la selva, el escondrijo, una falda corta, mano y corridas, niño, el río amarronado arremolinado arriero de lianas que llevan cuchillas, balas, metralletas y que se yo que no quiero ni pensar. ¿Sara? Dice o no dice o lo piensa. Pachanga samba hacia el adentro el corazón que vomita cosas y Carlinho no sabe qué. ¿Qué? Que te parió. El momento. A ver. Porque son las 1543, y pasaron veinte años. Más. Sí más. Pasaron treinta. Descolpe, no conozco ninguna Sara, por favor no moleste. Golpe y timbró el bicho como un animal descabellado. De un tirón Carlinho arranca el cable del receptor y el pabellón de los recuerdos se hace añicos contra el muro. Corta el dedo. Sangre. Gotea. Temblequeteando se abraza un paño húmedo. Hace calor. Mucho. Las cosas se vuelven medio borrosas. Andá a cagar, larga el pulmón. Y cae.
Será que me estoy poniendo viejo. Porque ya cumplí los treinta y siete, y siento acaso que la vida me debe algo. Que en realidad yo le debo a la vida más aún. Me acuerdo de cosas, viajo entre cosas. ¿Cómo le mete uno mano al pasado? Sin que esté se lo devore. Quiero decir. Porque hoy es distinto. Hoy es muy distinto. Hay más amor. Hay más cosas pequeñas que puedo comprender. Hay cositas que se me despachan y corren. Hay cosas que permanecen adentro siempre, y a uno lo hacen como es: en esta perenne transición hacia algo mejor. Quiero saber.
Aparejo.
Felix BQ. Rio de Janeiro. 29 de Enero, 2015.